Claramente tenemos la idea de que la educación financiera es, hasta cierto punto, importante. Los planes de estudio de colegios e institutos públicos y privados se suman a esta certeza incluyendo la asignatura de Economía, en la que los alumnos aprenden conceptos económico básicos sobre ahorro, mercado, empresas y gestión monetaria.
Sin embargo, a menudo estos planes de estudio, y no solo los relativos a la asignatura de Economía, sino todos, se dirigen a un grueso mayoritario de la población sin tener en cuenta las dificultades de algunas minorías.
Un ejemplo son las personas con diversidad funcional. La comunidad sorda, ciega, sordomuda y todo el espectro de personas con alguna «discapacidad» tienen problemas específicos a la hora de aplicar herramientas de gestión económica. No podemos decirle a una persona ciega que use una aplicación de ahorro empresarial o que bucee en una web audiovisual de préstamos online si sus interfaces no están preparadas para la accesibilidad.
Tampoco es posible proponerle a una persona sorda documentales de aprendizaje si no están subtitulados o presentan transcripción automática.
En realidad, la accesibilidad es un problema general en nuestra sociedad, y no exclusivo de la economía en sí misma. Sin embargo, es necesario tomar medidas concretas en este ámbito, pues la gestión y la administración económica en nuestra sociedad es, sin duda alguna, crucial para nuestro día a día.
Por eso, entre otras cosas, existen eventos anuales como los del Día de la Educación Financiera, organizado en septiembre con la ayuda de la Fundación ONCE y el Plan de Educación Financiera.
Es necesario que se tenga en cuenta a las personas con diversidad funcional, que se escuche sus problemáticas, que se analicen los problemas que se pueden encontrar a la hora de utilizar software de ahorro o solicitar préstamos rápidos.
En definitiva, solo hay una manera de avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa en materia económica, y es escuchando a las personas que se ven obligadas a sobrevivir en los márgenes. Porque la realidad es que rara vez se tienen en cuenta a las comunidades sorda y ciega en cualquier sector.