Para los hijos, el divorcio de sus progenitores, siempre será fuerte. Independientemente de cómo se le maneje, bien o mal, es un evento difícil de transitar. Sin embargo, existen formas de que se salga de esto con las menores cicatrices posibles y es manteniendo un orden armonioso que le permita al menor desarrollarse sin complejos o inseguridades.
Este orden depende de muchos factores colaborando entre sí. En parte, la madurez de los padres es necesaria y fundamental para todo el proceso. Por otro lado, la armonía requiere de un componente fundamental: la convivencia.
Defender la custodia compartida
Hace poco, el Tribunal Supremo declaró que si ambos padres eran aptos para la crianza de un niño, estos debían abogar por la custodia compartida en lugar de un régimen de visitas aumentado.
La custodia compartida trae una diversidad importante de ventajas que hacen el divorcio mucho más sencillo para el menor:
- Se aboga por la integración del menor con sus dos padres. De esta forma se preserva el equilibrio y se normaliza la situación. Esto último ayuda a los hijos a llevar el evento con la mayor naturalidad.
- Se elude a toda costa el sentimiento de pérdida. Este es uno de los mayores problemas en las separaciones, pues el hijo siente que perderá el contacto con el padre que no vive con él.
- No se pone en cuestionamiento el potencial de los padres por criar al hijo, sino que ambos comparten estas decisiones en conjunto.
- Se promueve a la cooperación de los progenitores. Es decir, se busca la madurez, responsabilidad y disciplina conjunta. Esto no sólo da una buena imagen a los hijos, sino que también ayuda a los padres a normalizar la situación. De hecho, sentir el apoyo de la ex-pareja después del divorcio podría evitar que alguno de los involucrados atravesase ataques de ansiedad o cuadros depresivos.
Régimen de visitas aumentado
Si bien en sí el régimen de visitas es una solución viable, cuando se ejerce todo en base a él uno de los padres es desvirtuado.
En caso de un régimen de visitas extendido, hablamos de una especie de simulacro de custodia compartida. Algo que podría ser, pero que no es en esencia. En esta forma de régimen de visita padres separados comparten casi las mismas responsabilidades. El padre (que no conviva con el menor) lo pasará a buscar al colegio no menos de veinte días (20) de los veinticuatro (24) disponibles, y el menor se quedará con él no menos de diez noches por mes. Sin embargo, las responsabilidades principales quedarán en el padre con la custodia.