Se acerca la noche más misteriosa del año. La festividad de Todos los Santos con un significado cristiano, digamos que es el día que dedicamos a visitar a los que ya no están entre nosotros, llenando los cementerios de ramos de flores en su memoria y la noche de las brujas (halloween) de origen celta, donde los espectáculos terroríficos se disparan por doquier y los disfraces y motivos decorativos alusivos al tema (calabazas, brujitas) adornan las calles.
Sea un día más cargado de emociones de dolor por las personas que queremos y que ya no tenemos y de las que solo podemos disfrutar con su recuerdo o bien, sea una noche más loca y divertida, con sus toques de misterio y terror, en ambos casos, también tenemos la oportunidad de darnos un gusto al paladar y celebrarlo con los típicos huesos de santo o los buñuelos de viento, en casa con la familia, en una fiesta con los amigos o en una cafetería, da igual el sitio, lo que importa es la compañía, compartir momentos y saborear con gusto esos deliciosos postres tradicionales de esta festividad.
Para que los mortales y, nunca mejor dicho, podamos celebrarlo con unos buñuelos de viento y un café, detrás hay un trabajo, los obradores de las pastelerías industriales de Madrid o Valencia o Zaragoza y así con el resto de ciudades de España, trabajan durante la noche para que a primera hora de la mañana ya estén a la venta en las pastelerías.
Las comidas y dulces típicos de esta festividad de Todos los Santos no tienen nada que envidar a los postres populares anglosajones y, aunque los más habituales son los huesos de santo, buñuelos de viento y panellets, no podemos dejar de mencionar las rosquillas de anís y patatas asadas en Salamanca, los pestiños de Jaén, los borrachitos en Andalucía… y así en el resto de provincias. Hay unos dulces que son representativos, a modo general, de esta festividad pero, cada ciudad tiene su sello personal y su postre típico, http://productosluque.es/.
De una u otra forma, lo importante es vivir el momento, si toca llorar se llora, si toca reír, se ríe, todas las emociones forman parte de la vida y, ni la una ni la otra, deberían reprimirse. Además, no me negarán lo bien que sienta cuando después de haber derramado alguna que otra lágrima, nos consolamos con unos deliciosos buñuelos de viento mojados en una taza humeante de café y una buena compañía.